Hoy, 8 de marzo, se celebra el día del patrón de enfermería, San Juan de Dios.
La cultura de los cuidados desarrollada por San Juan de Dios constituye un ejemplo de sensibilidad por las atenciones enfermeras que ha perdurado en el transcurso del tiempo. Fue innovador en la manera de cuidar tanto a nivel asistencial como a nivel de organización: separar a los enfermos por dolencias y atenderlos de manera integral, dándoles apoyo físico, espiritual, psíquico y social.
Lo que destaca en él, por encima de todo, es esa manera, ese modo de hacer las cosas completamente volcado hacia el enfermo desde su visión holística, tan adecuado para lograr una asistencia verdaderamente humanizada. La consideración del que sufre, la compasión sin barreras y el tener como centro de toda actuación la persona necesitada, fue el continuo empeño de Juan de Dios por mejorar las condiciones de sus enfermos.
El ejercicio del cuidado de los pacientes es una actividad que se sustenta en valores humanos y exige empatía y dedicación. Esto es lo que San Juan de Dios realizó e impulsó en la sociedad de su tiempo y que se ha transmitido hasta nuestros días y que constituye la preciosa herencia dejada por Juan de Dios.
En aquella época el problema sanitario más grave con el que tuvo que enfrentarse la sociedad española renacentista fue la repetida aparición de epidemias de peste, provocadoras de elevados índices de mortalidad con negativa repercusión económica.
Han pasado mas de 500 años y los enfermeros volvemos a enfrentarnos a esos mismos retos demostrando a la sociedad nuestro compromiso con la salud ofreciendo una atención profesional, cercana y humanizadora.
Preciosa herencia, sin duda.